Estaba muy contento porque le
habían llamado para una suplencia como médico de familia en un Centro de Salud.
Una de las médicos estaba de baja y por primera vez desde que terminó la
residencia (hacía ya tres años) iba a trabajar durante un mes seguido.
La incorporación iba a ser en 20
días, así que se pasó mañana, tarde (y noche a veces) estudiando y repasando
intensamente, para dar la talla en su nuevo trabajo.
El cuarto día entró una paciente,
recuerda, rubia, con gafas de sol que no se quitó inmediatamente, con camisa de
cuello alto y vaqueros ceñidos.
- Vengo porque me quiero hacer una revisión
ginecológica, que hace tres años que no voy al ginecólogo.
- ¿Tiene usted algún síntoma? ¿Le pasa algo? No sé…
dolor, sangrado por sus partes independiente de la menstruación.. ¿o algo así?
¿Algún antecedente familiar de cáncer ginecológico?
- No, es sólo por prevención.
El joven médico de familia cada
vez que escuchaba esas palabras tenía una sensación a mitad de camino entre el temblor
de piernas y el hervor de sangre.
De la manera más educada y
sonriente le explicó que actualmente no se recomendaba hacer ese tipo
de revisiones en mujeres sin síntomas. La citología, en su franja de edad debía
hacérsela cada 5 años y no debía realizarse
mamografías aún si no tenía síntomas.
- Yo se lo digo por la ecografía vaginal. Antes iba a un
ginecólogo privado y me recalcaba que debía hacerla todos los años, aunque no tuviera nada – le dijo al médico-.
El médico se reafirmó en su
postura, incluso ante las quejas de la paciente y las alusiones a los recortes,
a la baja calidad de la sanidad pública, que a dónde vamos a llegar, que si no
te mueres no te atienden….
El joven médico logró no desencajarse
y le explicó serenamente que había revisado concienzudamente ese tema y que
actualmente no se recomendaba realizar ecografía ginecológica para descartar
ninguna patología en una mujer sin síntomas y sin antecedente familiar de cáncer ginecológico.
Llegó a casa afectado por aquel
incidente, llevaba mal los conflictos en la consulta, todavía no había perdido
la inocencia y no estaba "maleao", así que le dolían mucho.
Se metió en la cama y
no se podía dormir. - ¿No hubiera sido mejor haberle hecho el papel para el ginecólogo y a
correr? En ese momento, en el silencio de su casa, por la noche, gritó: - Me
cago en la puta -, dio un respingo y encendió el ordenador de madrugada. No había
ni un ruido en la calle.
Ahí repasó ese estudio del
JAMA
que demostraba que el cribado de cáncer de ovario con ecografía no disminuía la
mortalidad por esa patología. Comprobó que en las recomendaciones Choosing
Wisely, con el aval de la Sociedad de Oncología Ginecológica Americana justamente
especificaba:
No realizar cribado con ecografía en mujer de bajo riesgo para cáncer ovárico, advirtiendo: Los resultados falsos positivos de la prueba pueden conducir a procedimientos innecesarios, que tienen riesgos de complicaciones. Revisó aquel
artículo del Bonis que estaba tan bien. Ni
mencionaba el cáncer de ovario, así que no se debía recomendar cribar.
Fué a continuación a mirar al Programa de Actividades Preventivas y Promoción
de la Salud de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, y lo
mismo:


Luego consultó unas recomendaciones con el auspicio del Gobierno Australiano, lo mismo,
no se recomienda el screening. El CDC, Centro para el control diagnóstico y preventivo, americano,
igual. La EEUU Preventive Services Task Force, tampoco lo recomendaba: "
La USPSTF concluye que hay al menos certeza moderada de que los daños de la detección (por el cribado) del cáncer de ovario son mayores que los beneficios.
Pudo volver a dormirse en la cama
tranquilo. Se reafirmó en lo bien que había hecho su trabajo, ya que la
bibliografía revisada no sólo no recomendaba utilizar la ecografía ni la
revisión en asintomáticas, sino que la desaconsejaba de pleno, por exponer a la
mujer a falsos positivos, sobrediagnóstico y lesiones sin importancia que probablemente
provocarían ansiedad, estrés, preocupación y sobre todo la sensación en la mujer
de: - mira, si no me hubiera hecho la ecografía, no habría visto que tenía
eso; lo que le generaría una innecesaria y ficticia dependencia sanitaria.
Al día siguiente la paciente
estaba esperando al médico en la puerta de la consulta, y eso que el médico no
tenía pacientes citados hasta media hora después. Esta vez la paciente iba acompañada por un hombre.
- Queríamos hablar con usted – le dijeron-.
-Sí, claro, pasen.
La paciente le dijo al médico que
inmediatamente quería que le diera un volante para el ginecólogo, bajo amenaza
de ponerle una reclamación.
El médico estupefacto le preguntó
que qué es lo que había pasado, que creía que le había quedado claro lo que
habían hablado el día anterior.
- Usted puede decir lo que quiera, pero a mí me da
el volante para el ginecólogo ahora mismo.
El marido intervino de igual
manera.
- Nos ha engañado usted, acabamos de ver en el
Telediario que hay que hacerse las revisiones ginecológicas.
El médico agarró un papel y le
hizo el volante sin decir nada, con un rostro serio, de dignidad.
El médico no pudo desembarazarse
de la tristeza ni de la frustación en toda la tarde. A las 8 terminó con los pacientes,
así que se metió en
Internet en la página de TVE a localizar el telediario de hoy.
Efectivamente, una de las piezas
informativas estaba dedicada al cáncer de ovario.
Una señora que era de la Asociación
de Afectadas por Cáncer de ovario decía: Por eso pensamos que un diagnóstico de
descarte es una de las cosas que podíamos pedir desde Primaria.
Luego una paciente de 34 años que tuvo
un cáncer de ovario. Dice la locutora: entre todo lo que nos cuenta Bárbara insiste una y otra vez...
Y luego la paciente: - yo me hice una revisión normal, ginecológica, como la he hecho siempre, y gracias a eso estoy viva, o sea que...
Casualmente estos falsos y controvertidos
mensajes estaban en boca de pacientes, no de médicos. Se cumplía lo que tantas
veces había oído aquel joven de que los lobbys de la Medicina ponen en boca de pacientes y
Asociaciones de Pacientes lo que ellos no se atreven a decir porque es mentira
y por lo fácil que es convencer a las pacientes para que lo digan. Sabía que la culpa no la tenían los pacientes, ya tenían bastante con su enfermedad, sino los que los manipulaban y los que contribuían a ello, como el medio informativo que hacía la noticia.
Salió de la consulta como si le
hubieran dado una paliza.
- Joder, pero si el screening de cáncer de ovario
trae solamente daños sin beneficios - pensaba-. Cómo puede ser que hubiera pasado por el aro mandando a la paciente al ginecólogo y contribuyendo a la realización de una práctica que no sólo no era beneficiosa, sino que además iba a perjudicar a su paciente. ¿No estaría desatendiendo el Juramento Hipocrático? ¿Primero no dañar? "En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia"
Pensó en escribir un texto cuando
llegara a casa para que todo el mundo se enterara de esa perversión de la
Medicina, para librar a la sociedad de la mentira y de la calumnia.
Pasó por un bar que estaba hasta
arriba, hacía un calor propio de Agosto aunque era Mayo.
– Hoy juega el Madrid contra el
Valladolid, reparó.
Vio un sitio libre en la barra
con silla. Pensó en el texto, en el cáncer de ovario, en la ecografía y en la
paciente, y en lo que conseguiría con su denuncia.
Miró detenidamente a esos vecinos de su barrio que blandían las bufandas y aupaban con vítores a unos jugadores a cientos de kilómetros de distancia.
Estaba cansado, realmente cansado.
- Ponme una
caña, bueno mejor una jarra, que mañana no madrugo.